«Cuando uno aprende a andar gracias a las canastas de pan sabe que
SU DESTINO ESTÁ ESCRITO«. Javier BLANCO
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Soy Javier Blanco y pertenezco a la cuarta generación de panaderos de la localidad vallisoletana de Valdestillas que desde hace más de 70 años disfruta elaborando pan. Un pan que, además de tener harina, sal, agua y masa madre, contiene otros ingredientes difíciles de explicar: pasión, orgullo de pertenencia, dedicación, devoción y sacrificio.
Mi bisabuelo Tomás comenzó este proyecto junto con mi abuelo, Antonio. Más tarde se transformó en Panadería Blanco con mi padre, Antonio Blanco, y mi tío, Javier Blanco, al que seguimos echando de menos. Con el paso del tiempo y en honor al increíble trabajo de mi abuela paterna, Luisa, y de la generosidad de mi abuelo materno, Seve, tomamos nuestro actual nombre Moyano Escribano.



Como todos me habéis transmitido que la panadería es un arte mágico, desde siempre he tenido muy claro que mis manos estaban hechas para concebir esas pequeñas obras de arte: nuestros panes.
Somos artesanos. Seguimos usando las mismas técnicas que hace 70 años. Heñimos nuestras masas con nuestros puños. Polveamos nuestra mesa de trabajo con harinas naturales y siempre de Castilla y León. Boleamos la masa a la perfección. Entablamos y dejamos fermentar con entusiasmo. Greñamos el pan y lo cocemos en nuestros hornos de piedra hasta que el crujido del pan dice que ya está listo.
Lo que sé, lo que siento, lo que hago… es por ellos. He cogido vuestro testimonio y por eso seguiré siendo el panadero de la familia. ¡Gracias!